Antes de pararnos a analizar lo sucedido a nivel técnico, a desgranar los vaivenes anímicos de dos citas de alta tensión, comencemos reconociendo el sabor amargo que sigue empeñado en gobernar nuestro paladar días después de lo vivido.
Porque la primera sensación que nos evocan las citas decisivas de esta campaña es esa, la amargura. Después, como fruta que es la práctica deportiva, siempre hay pulpa debajo de la piel y, por más que ésta sea desagradable, encuentras, de una u otra forma, recompensa. Más allá de quién ha sido mejor o peor, quien ha merecido más o menos las victorias, quien ha reducido sus errores para que no sean determinantes, la forma de caer es excesivo castigo para el Tornado.