Tiempos extraños no son tiempos perdidos: Tres Cantos 56-70 Alevín 09 Masc.
Escrito por Carlos González
Tres Cantos se encuentra, aproximadamente, a 45 minutos en coche de Alcalá. Una hora y media de viaje, por tanto. La cita previa en el pabellón y la salida de los chicos tras el partido suponen cerca de dos horas y media… Una cita como la del sábado supuso para los padres el empleo de cuatro horas. Conforme vamos escribiendo más renglones en nuestros libros, más conscientes somos de lo valioso de nuestro tiempo.
Es obvio que las canas te enseñan a comprender que esa es la única posesión que todos tenemos por igual. Por eso, sirva esta humilde crónica para rendir homenaje a todos los padres y madres que, en las circunstancias anómalas actuales, invierten ese tiempo en que sus hijos practiquen el deporte que les apasiona.
Y lo hacen sin la posibilidad de acceder al pabellón a disfrutar o sufrir, a acompañar, a animar a sus hijos apretando los puños o a lanzarles una sonrisa tranquilizadora cuando es necesario. Situaciones extraordinarias necesitan respuestas extraordinarias y, si los padres están respondiendo desde el amor incondicional, los clubes tienen en su mano facilitar que la espera no sea desesperante. Habría que explorar hasta el final la posibilidad de que se pueda acceder a ver el partido mediante cualquiera de las numerosas fórmulas tecnológicas que hoy en día permitirían su reproducción en dispositivos de fácil acceso (el Juande dio un paso adelante muy significativo en este apartado para permitir el seguimiento de los encuentros desde casa). Nunca será igual ver el partido desde una cámara instalada que sintiendo y vibrando desde las gradas pero cualquier solución es mejor que no ver jugar a tus hijos. ¿Qué es lo que los padres no pudieron ver en Tres Cantos? Un gran partido del Tornado Morado, una muestra de entrega defensiva encomiable y, durante buena parte del choque, una claridad en ataque muy notable.
El encuentro nos medía a un rival muy complicado, reforzado este año con uno de los mejores anotadores de la generación y con el soporte anímico de haber derrotado en su primer partido a Las Rozas, otro de los equipos dominadores de la categoría. El Tornado, capaz de naufragar en mal calmado y de afrontar picos helados sin necesidad de crampones, decidió ofrecer su versión más combativa. Y cuando nuestros chicos se visten con ese traje son capaces de ganar a cualquier contrario. Una de las claves del triunfo fue la decisión inequívoca de ir a ganar desde el primer instante, sin titubeos, apoyados en una defensa pétrea con un marcaje individual excelente sobre su mejor anotador y un trabajo colectivo muy solidario, con todos los chicos multiplicando esfuerzos.
Es maravilloso como los componentes que tenían más dificultad para defender meten manos en las líneas de pase, como han crecido en personalidad defensiva quienes tenían fundamentos pero eran irregulares y cómo siguen siendo constantes quienes siempre disfrutaron de este apartado. Pusieron en muchas dificultades a Tres Cantos desde un esquema con mucho trabajo individual y sin necesidad de practicar demasiadas ayudas, algo que en algunos partidos nos ha penalizado porque hay chicos que tienen más dificultades para reconocer el momento idóneo para realizarlas (el siempre comentado proceso de madurez y sus ritmos variables). El efecto grupal fue el de un equipo con pocas fisuras, quizás como única flaqueza la falta de armonía para cerrar el rebote en algunos momentos, bien compensada limitando espacios al atacante, que no podía subir la bola y tenía que sacarla para volver a empezar.
La fortaleza atrás dio frutos hasta un parcial de 7-13 y la explosión ofensiva en el segundo cuarto elevó la diferencia hasta los 17 puntos. Hubo momentos de circulación paciente, de extrapases buscando el resquicio para el tiro o la penetración y solo la falta de concreción para resolver algunos contragolpes impidieron abrir una brecha demoledora. Y el hecho de no derribar los pilares permitió al rival seguir vivo hasta el último cuarto, cuando llegaron a situarse a diez puntos. Fue en los últimos diez cinco minutos cuando se fraguaron las conclusiones. A estas edades, cualquier oportunidad para enseñar es bienvenida y debe aprovecharse porque, cuando miras atrás, no son tantas las que realmente nos sirven para calar en ellos. El partido fue de elogio y aplauso y de pura satisfacción por el esfuerzo grupal pero la verdadera lección emergió al final: el Tornado puso en peligro todo lo conseguido (y bien conseguido) en el choque con precipitaciones, malas selecciones, acciones individuales muy forzadas y demasiadas pérdidas.
Tres Cantos había tenido el mérito de no haberse desangrado y aprovechó los momentos de nervios del Juande para acercarse (parcial de 13-3). Pero nuestros chicos encontraron la fórmula para romper la dinámica con dos triples que sepultaron las opciones de remontada local. El acierto en los lanzamientos de tres fue otra de las claves para conquistar una victoria de enjundia. Y hablando de enseñanzas, hoy existe por suerte un amplio conocimiento del cerebro infantil y se ha desarrollado una clasificación laboriosa de los tipos de aprendizaje.
Sin entrar a valorar el peso de unos u otros caminos, uno de ellos es el aprendizaje por imitación. Los niños observan las conductas de sus modelos, las retienen en su cerebro y aprenden. Los entrenadores son modelos irrefutables, figuras en las que el niño confía y a las que sigue. Todas sus actuaciones son escrutadas por sus jugadores. Es una responsabilidad (y una suerte) que merece, siempre, contar hasta diez.