EL CAOS NUNCA BENEFICIA A LOS DOS EQUIPOS
Escrito por Carlos Gonzalez
RICOPIA FUNBAL CBJA 52 – 37 UB VILLALBA
Dos equipos de chicos de 9 años jugando al baloncesto. El partido debería traducirse en un punto de encuentro para la diversión sin perseguirla; diversión como meta con el esfuerzo y las capacidades propias y rivales como vehículos que influyen en el desenlace final. Pero, a veces, las circunstancias confluyen para convertir el encuentro en algo muy parecido al caos y, cuando el caos aparece, solo un equipo acaba beneficiándose de ello: el que sea capaz de controlarlo mejor.
La derrota ante el Alcorcón había dejado una imagen casi épica del Juande que invitaba a acercarse pleno de ánimo al pabellón. Allí estaban nuestros chicos, calentando con los elementos justos ante un Villalba que necesitaba un par de bancos extras para sus jugadores.
Se intuía partido de desgaste y así fue, sobre todo cuando Carlos Martín se desataba su zapatilla para aliviar las molestias de su maltrecho talón después de luchar por el equipo por encima de su necesidad de reposo. Su dolor era el de todo el equipo y la preocupación de sus padres la del resto en las gradas. Con uno menos, había que tragar saliva y redoblar empeño en el parqué. Y era ahí, en el campo, donde la situación se estaba poniendo interesante.
Desde el salto inicial, el partido vivía en una intensidad permanente, con la arbitra permitiendo los contactos y los chicos intentando descifrar dónde estaba el listón para la falta. Muchas manos en cada jugada, toques, choques, dificultad para encontrar los espacios. Pérdidas, errores, balones que bailaban entre el sudor de los dedos y los fallos en los pases.
Cuando el baloncesto es muy trabado las diferencias de calidad se reducen, la fluidez no aparece y la desesperación se convierte en el peor de los enemigos. El Villalba (que es un equipo consistente y con calidad) consiguió llevar la igualdad del choque hasta el descanso (25-13). La intensidad te dura lo que te duran las energías (salvo en partidos especiales en los que la mente te lleva a sobreesfuerzos increíbles) y, en la segunda mitad, los equipos notaron el desgaste. Todo resultó menos pegajoso y, ahí, empezó a ganar espacio la capacidad del Tornado Morado para generar en ataque y trabajar en defensa. El acierto de nuestros chicos se disparó y con él su confianza.
Los dos primeros sextos del segundo periodo fueron claves para la victoria final, con un parcial de 23 a 8 que permitió encarar al Juande el último sexto con una ventaja de 27 puntos (48-21). Pero el peligro se esconde donde menos te lo esperas y aún nos esperaba un final de boca abierta y nervios, con el Juande diluyéndose por momentos ante un Villalba que aumentó el ritmo y apretó a los nuestros rebajando la diferencia final a 15 puntos que llegaron a ser menos.
Lo importante es que el Tornado se recuperó en los últimos compases para salvar un triunfo muy trabajado y que, seguro, sirve de mucho como experiencia. Es complicado tener calma cuando el mar está agitado (y más en pleno periodo de aprendizaje) pero los chicos, arrastrados por momentos por la voracidad de la tormenta, consiguieron llevar la nave hasta el puerto. El sol siempre acaba saliendo.