CADA DERROTA TE ACERCA A LA PRÓXIMA VICTORIA
Escrito por Carlos Gonzalez
ALCORCÓN 69 – 49 RICOPIA FUNBAL CBJA
VILLALBA 47 – 44 RICOPIA FUNBAL CBJA
Muchos de los grandes deportistas han afirmado alguna vez que han aprendido mucho más de la dureza de la derrota que de la propia victoria. Nuestros chicos están viviendo esa sensación.
Regresar a casa con el estómago revuelto, con el dolor de los golpes quemando la piel y el camino de las lágrimas grabado en las mejillas. El saco de la ilusión descosido por la base y con una hemorragia que necesita de abrazos, de cariño para cicatrizar. Y de autoexamen. Analizar qué se ha hecho bien y qué se podía haber hecho mejor.
Y aprender. Aprender a vivir lo que sucede en el parqué y no fuera, a aislarte del histriónico sonido de las trompetas golpeando los tímpanos en cada ataque, a superar el lógico temor al contacto del rival en cada entrada cuando no estás acostumbrado a batallar en el fango y no entiendes lo que está pasando, a canalizar la rabia y convertirla en energía positiva. Aprender a no sentirte culpable cuando el otro equipo te supera después de haber entregado tu máximo esfuerzo hasta el último sexto, a valorar cuando el contrario acierta en los momentos clave y castiga con crudeza tus errores.
Aprender a asumir que en la vida se pierde tantas veces como se gana, que la derrota es la mejor oportunidad para empezar a mejorar, para investigar la forma de superar los obstáculos que nos hemos encontrado en el partido y no volver a tropezar con ellos. Aprender a entender que, a veces, hay otros equipos mejores que tú, pero eso no te convierte en un mal equipo. Aprender a valorar que, si insistes, si escuchas a tus entrenadores, apuntalas y creces, si confías en ti y en tus compañeros, si sigues disfrutando de cada esfuerzo por tu equipo, seguirás acercando tu nivel al del rival que siempre te supera. Y un día, le ganarás. Porque algún día el Tornado Morado tendrá recompensa.
El Alcorcón es un equipo sobresaliente, con chicos técnicamente muy dotados y alguno físicamente muy superior. El pasado año nos arrolló sin contemplación en el Mini. En el presente curso, llegamos a sentir opciones de igualar el partido de ida hasta el último sexto. Esta vez, estuvimos por delante en algunas fases (se ganó un parcial y tuvimos diferencia favorable de 4 puntos en varias ocasiones) y conseguimos contener en defensa su ataque hasta el último periodo, cuando el talento de un par de jugadores locales desbordó en un momento crucial para encadenar varias canastas consecutivas que sepultaron las opciones del Juande.
El marcador final (69-49) refleja la superioridad del Alcorcón pero no es fiel a la diferencia entre los dos equipos. Nuestros chicos están sellando la grieta que había entre ambos y, poco a poco, se sienten más capacitados para competir de tú a tú hasta el final. Pero falta un último giro de timón que aún no se ha producido, un último peldaño que, a veces, cuando los benjamines morados desconectan en defensa o se precipitan en ataque, parecería una montaña inalcanzable. Y otras veces, cuando compiten sin arrugas, peleando cada balón, y ponen las calidades que cada uno es capaz de aportar al servicio del equipo, convierten ese escalón en una cima no tan lejana. Alcorcón ha demostrado que, hoy, es mejor que el Juande.
Pero la confianza en los nuestros nos permite creer en que el futuro puede ser diferente. Va a ser diferente.
El partido de Villalba no fue el mejor para levantarse después de la caída. Anímica y físicamente, el esfuerzo del día anterior supuso un desgaste tremendo en nuestros chicos, que no fueron capaces de superar las numerosas dificultades con que se encontraron. La victoria lograda en el choque de ida podía invitar a pensar que, tras la cita de Alcorcón, el equipo podría permitirse una rebaja de exigencia, pero no fue así.
El encuentro estuvo rodeado de un ambiente enrarecido. Cada uno debe analizar donde está el límite de animación a sus pequeños, si la fórmula elegida contribuye al buen clima deportivo o alimenta crispación. Lo cierto es que el Tornado debe aprender de lo vivido. Jugar con presión evitando el nerviosismo, la dispersión, centrados en lo que pasa entre canastas y no en lo que se cuece al otro lado de las líneas exteriores. Alguno de los chicos se tapaba los oídos en el banquillo. Otros se lamentaban del ruido al terminar y la mayoría llevaban en su cuerpo señales de la batalla. No escondemos también el reconocimiento al Villalba, que peleó y compitió al máximo obteniendo recompensa. El Juande, muchas veces desorientado, en demasiadas ocasiones muy precipitado y con lagunas defensivas muy evidentes, no ofreció su mejor versión más allá de los condicionantes, pero consiguió mantener vivo el partido hasta el último sexto y logró salvar la diferencia de la ida para mantener la segunda plaza en la clasificación (derrota 47-44 por el 52-37 en Alcalá).
Después, comida de grupo. Jugadores, entrenadores, padres, hermanos. Todos, de una u otra manera, somos equipo. Todos somos Tornado morado. Todos acabamos el domingo entre sonrisas. Todos debemos tener claro que cada día que pasa tras una derrota es un día menos hacia la próxima victoria. En el campo y en la vida.